UCR cumple agenda ambiental con acciones concretas

Publicado: 2020-02-19

 

 

La Nueva Reserva de San Ramón es la más extensa de la Red de Áreas Protegidas (RAP) de la UCR: cubre un terreno de 877.313 metros cuadrados y ahí se desarrollan actividades de investigación, académicas y de resguardo del recurso hídrico. Foto: RAP - UCR.

Frente a la depredación ambiental de la cual nuestro país y el mundo han sido víctimas desde hace décadas, la Universidad de Costa Rica (UCR) se ha comprometido con los objetivos institucionales y nacionales de conservación de la naturaleza, sobre todo en momentos en que el país se propone como meta lograr la carbono neutralidad para el año 2050.

Cuando hace ocho años esta administración se propuso mejorar la gestión ambiental que ya existía en la institución, diversas comisiones y programas se alinearon para colaborar desde diferentes frentes. Grupos como la Unidad de Gestión Ambiental (UGA), la Comisión Foresta, la Comisión Institucional de Carbono Neutro, el Programa de Voluntariado, el Programa de Kioscos Socioambientales y la Sección de Transportes de la Oficina de Servicios Generales (OSG) se unieron bajo una misma premisa: promover una cultura de conservación ambiental en la institución, para que los postulados pasaran a ser hechos concretos.

“A la gente le gusta mucho la gestión ambiental. Es un tema que nos hace sentir sensibles y vinculados a la naturaleza. Pero lo más importante es ser un ente activo: no solo conmoverse por una publicación de que una tortuga se va a morir por comerse un plástico, sino involucrarse en una campaña para recoger tapas plásticas a fin de hacer una plataforma en la playa para personas con discapacidad. La activación de la cultura ambiental emociona a las personas y las hace sentir parte de un cambio, responsables ante los embates del calentamiento global y, por lo tanto, de la gestión de sus desechos”, explicó Emilia Martén, coordinadora de la UGA, instancia adscrita a la Vicerrectoría de Administración.

En los últimos años, la UCR ha pasado por uno de los periodos constructivos más intensos en su historia, tanto en la Sede Rodrigo Facio como en las otras sedes y recintos. El acompañamiento de la UGA, las comisiones y de otras instancias fue vital, por ejemplo, para mitigar el impacto de estas construcciones, al asegurar la conservación de las áreas verdes y el correcto tratamiento de los materiales en desuso.

A lo largo de esta etapa constructiva se aplicó una política de reforestación para garantizar que por cada árbol cortado en el proceso, se sembrarían tres árboles. Durante estos siete años se plantaron más de 1600 árboles que superaran el metro y medio de altura, y mayores a los dos años de edad, para favorecer su integración a los ecosistemas que se encuentran en los campus.

Otro hito de años más recientes fue la implementación de una política de sustitución del plástico de un solo uso por productos biodegradables, tanto en las sodas como en las proveedurías internas. Esto complementó una anterior directriz del 2016, que eliminaba el estereofón de nuestro campus. Además, la aparición en 2015 del Galardón Ambiental, coordinado por la UGA, promovió desde entonces un consumo más responsable y consciente entre estudiantes y funcionarios, además de fomentar prácticas cotidianas sostenibles, y en el cual cada vez más unidades participan voluntariamente.

La Comisión Institucional de Carbono Neutralidad también ha cumplido un papel destacado en estos esfuerzos. “La labor más importante que hemos realizado en la comisión durante estos años fue sensibilizar, capacitar y empoderar a la gente en la idea de cuido al ambiente. Lo conseguimos mediante conversaciones, talleres y foros; en eso se nos ha ido el mayor porcentaje de tiempo dedicado a esta labor. También hemos logrado que sedes y recintos desarrollen modelos de gestión para tomar datos que después sirven para calcular huellas de carbono”, comentó Giselle Lutz, excoordinadora de esta comisión.

Así, la comunidad universitaria ha adoptado, poco a poco, la costumbre de separar residuos. Esta comisión logró incidir en prácticas para reducir las emisiones de carbono y los gastos por compra de combustible, pero también al colocar paneles solares y luces led, así como proyectos para reducir el consumo de agua y acopiar materiales de reciclaje.

En el transporte, la OSG ha sido fundamental para procurar que la flotilla institucional integre cada vez más vehículos eléctricos e híbridos. Además, impulsa el uso de transporte público, la colocación de aparatos geolocalizadores en automóviles institucionales o la compra de carros eléctricos.

“Para este año esperamos el ingreso de 10 vehículos eléctricos. La principal limitante es el costo de los carros y que los usuarios tienen miedo de quedarse varados en el camino. Queremos que el usuario conozca la tecnología y le pierda el miedo. La dotación de centros de carga a nivel institucional y nacional nos va a permitir romper esas barreras de no tener dónde cargar ese automóvil”, afirmó Rosibel González, coordinadora de la Sección de Transportes de la OSG.

El rector de la UCR, Dr. Henning Jensen, se mostró complacido de repasar los avances ambientales bajo su gestión, al tiempo que admitió que aún queda mucho camino por recorrer para tener campus completamente sostenibles y en armonía con el ambiente.

Caterina Elizondo Lucci / Pablo Mora Vargas
Periodistas, Rectoría
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