UCR: 79 años de compromiso con los principios de justicia, equidad, solidaridad y libertad

Publicado: 2019-08-21

 

 

La Universidad de Costa Rica tiene sus raíces en la Universidad de Santo Tomás, que data de finales del siglo XIX. A partir de 1941, la UCR abrió sus puertas en el céntrico barrio capitalino González Lahmann (en la imagen), con 719 estudiantes matriculados. Hoy, con 12 sedes y recintos universitarios, cuenta con casi 40 000 estudiantes. Foto: cortesía Archivo Universitario Rafael Obregón Loría (AUROL).

Cultivar las ciencias, las letras y las bellas artes, difundir su conocimiento y preparar para el ejercicio de las profesiones liberales” fue la misión que se consignó para la Universidad de Costa Rica (UCR) en el Artículo 1º de la Ley de la República Nº 362, firmada el 26 de agosto de 1940 por el entonces presidente Rafael Ángel Calderón Guardia.

Hoy, a pocos días de conmemorar este hito, vale la pena retomar esta importante misión, para reflexionar sobre el quehacer de esta icónica institución para la sociedad costarricense.

La docencia y la cultura superior caracterizan a esta universidad. En efecto, el círculo virtuoso en el cual se enmarca la formación profesional requiere de disciplina, disposición y, especialmente, de grandes virtudes para comprender y transmitir el conocimiento a los estudiantes. A su vez, el pensamiento crítico y humanista que ellas y ellos desarrollan es aliciente para contar cada vez con más inquietudes para los procesos de enseñanza-aprendizaje, a los que se suman los fundamentales procesos de investigación y acción social que son un sello para nuestra institución.

En efecto, más de un millón de horas al año son dedicadas por las y los jóvenes estudiantes para el quehacer comunitario, en un trabajo comunal que resume la esencia de la relación universidad-sociedad. Es gracias a los más de 700 proyectos de extensión docente y cultural que nuestra institución se proyecta al resto del país, y de los que toda la comunidad universitaria participa. Pero también sabemos que los casi 1500 proyectos, programas y actividades de investigación vigentes aportan un conocimiento fundamental, reconocido a nivel internacional, y que le merece a la UCR el título de una de las principales generadoras de conocimiento del continente.

Todos estos son méritos que, sin duda, se han construido sobre la base del esfuerzo de cientos de personas universitarias a lo largo de los años. Se han cimentado en la voluntad de contar con una institución ejemplar, en donde las puertas del diálogo siempre estén abiertas. Se han basado en un legado de autonomía que ha protegido su quehacer de los intereses externos coyunturales. Han estado abrigados por el afán de levantar una institución clave para el desarrollo del país, nunca aislada de sus necesidades.

Sin embargo, a las puertas de las ocho décadas de su fundación, y ante las circunstancias que vive el país, es necesario replantearnos la manera de alcanzar ese desarrollo nacional, y cómo podemos contribuir a ello desde esta institución Benemérita de la Patria. Ciertamente, la agotada época de bonanza de la que gozó nuestro país nos obliga también a tomar decisiones de austeridad, en virtud de la solidaridad que nuestra institución practica hacia la sociedad en la que se asienta.

Se trata de una austeridad no solo económica, en donde debemos razonar con más detenimiento los costos de las acciones que acompañan nuestro quehacer en la docencia, la investigación, la acción social y la administración de esta institución, pero también de una sobriedad que debe caracterizar cada una de ellas, pues somos embajadores de esta universidad ante el resto del país.

Esto implica reconocer el valor de nuestra presencia en esta compleja organización, en donde laboran miles de personas pero cada una conforma un engranaje importante para que marche adelante. Implica observar el peso de nuestras palabras, pues siempre hay alguien que nos observa como modelo a seguir, y debemos dar el ejemplo. Implica también defender a esta institución y lo que representa, frente a las presiones económicas y políticas que cada día se hacen sentir.

Defender la educación superior pública es defender también a la Universidad de Costa Rica; reivindicar su trascendencia en el escenario internacional, sus aportes al conocimiento, su acompañamiento a las comunidades y su recíproco aprendizaje para revalorizar la sociedad de los saberes.

Es exigir las condiciones para su adecuada articulación, sin dejar de lado el propio compromiso por potenciar la eficiencia. Es mantenerse firmes ante las amenazas ideológicas o materiales que atenten contra su autonomía, y ser vigilantes de que el quehacer de todos – que debe estar orientado a alcanzar el bien común – sea efectuado con transparencia, equidad y justicia.

Dr. Henning Jensen Pennington
Rector, Universidad de Costa Rica
buzon.rectoria@ucr.ac.cr


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